viernes, 19 de agosto de 2011

El término nación es un comodín

Nación, nacional, es el embeleco de la lengua que nos instruye a la gente del común sobre nuestro origen étnico, y/o sobre nuestra religión, y/o sobre nuestra lengua y cultura, y/o sobre nuestras leyes y, en todo caso, sobre cómo estas realidades abarcan un lugar sobre la tierra. Todos estos criterios pueden servir de asiento para un término que define nuestra identidad en relación con dónde hemos nacido: nacional, nacido en... yo soy de los dominios de la religión católica, o de los de la raza vasca, o de los de la cultura catalana, gallega, castellana, vasca..., o de los que compartimos leyes propias.

Se decía... ¡la nación católica!, y así era España; pues ese era el rasgo más definitorio de la “nación española”: éramos españoles los que vivíamos bajo el yugo de la Santa Inquisición, única institución común a todas las tierras de España hasta la Constitución de Cádiz de 1812.

Religión, raza, lengua... ¡qué origen tan dispar para anclar sentimientos nacionales de identidad!. ¡Qué submundos fronterizos han debido dirimir nuestros ancestros, cuántas áreas por delimitar!. E imaginaron naciones puras: ¡vaya fatuosidad!.

En nuestros tiempos también se están creando naciones, pero ahora con su base en otro origen mas: que son las leyes, los derechos y obligaciones iguales: los europeos y su constitución: nací europeo, sujeto de sus derechos y obligaciones subjetivos; o norteamericano, o australiano, o neozelandés.

Nación norteamericana: ¡estado de mil naciones!, pero donde todos gozan y sufren las mismas leyes!; Islam: nación de los que siguen a Mahoma, nación religiosa con miríada de Estados bajo su égida; Judía: nación de la sangre judía, de la religión judía, de la lengua y cultura judía; nación alemana, croata, eslava, árabe, celtibérica... España: estado de reinos, crisol antiguo de mil naciones por una austera doctrina religiosa especialmente troquelada.

No creo productivo pelearse políticamente por el significado del término ‘nación’, pues sin duda es un comodín que dice muchas cosas; y un@s y otr@s somos nación por lo uno, por lo otro y por lo de más allá.

Convengamos, si así os parece, que españoles somos los que compartimos la Constitución Española. Y luego cada cual que lo reafirme, si quiere, añadiéndole valores de raza o de religión o de cultura, o lo matice, si considera conveniente advertir que es español en cuanto que comparte un cuerpo de leyes, pero euskaldún, catalán, isleño o andaluz si quiere referir su cultura o su RH.

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