martes, 23 de agosto de 2011

GUERRAS DE AGOSTO

Se echaba de menos la guerra israelopalestina de este agosto, pero ya la tenemos aquí, con algunos muertos de mas o de menos, pero sí, la verdad, que está bastante adormecida comparada con las razzias y reconcentraciones de años atrás. ¿Será que se trata de no volcar al ejército sirio hacia esta costa, ahora que está pendiente de cualquier excusa para lanzarse a degüello sobre enemigo real o ficticio?. Y hoy mismo se cae la Libia de tantos años. ¿Qué dice Irán a todo ésto?, ¿Y la Arabia Saudita?. Qué está pasando en suma en este voraz Agosto, en este solazón verano?..
El tema de las guerras de Agosto, ya lo teníamos integrado como una especie de ‘rebajas’ en el mapa del concierto de las naciones, particularmente las judías para desmantelar en unos días las cuevas y escondrijos de los enemigos palestinos, acabar con algunos de sus recursos humanos, y hacer gala del ‘músculo de ejército’, antes de las negociaciones de invierno. Bien, se había convertido en una moda, dado los ingentes beneficios de tener a la población occidental ‘in orbis’, ‘in alubiis’, fuera del circuito de lo político, como quién dice.
De ahí, parece, que se haya complicado entender ahora bien el significado de las guerras de agosto, pues al calor de estas ventajas se han añadido algunos otros medios de ejército, algunos otros campos de batalla; como por ejemplo de lo primero: los agentes de cambio y bolsa, los nuevos Estados emergentes, los ‘fondos de riesgo’ y otras alimañas. Y en los segundos: los mercados de valores; los de CDS’s (¿no será hijo póstumo de ese partido nuestro de la Transición?), o el de los mercados de la Deuda.
¿Y porqué Agosto es también tan atractivo entonces para hacer escabechinas para estos tiburones del mercado?. ¿Será también por el atontamiento general de los ciudadanos, nuestra mas ceguera complacencia, atizada por el calor y la modorra?. Pues sí, pero sólo en parte, que estas ‘ventajas decisivas’ de la agresión sin réplica ciudadana las trabajan mejor los que deben hacer con sus actos muertos-muertos, escenas desagradables; pero menos los que buscan sólo ‘poner en valor’ una acción de mas o menos, un movimiento rápido o lento; una posición a la baja, o ‘es el momento de comprar’. Los que andan por ahí haciendo operaciones para definir un precio que aclare el valor del ‘papel’, sea moneda, apunte contable, pagaré o derecho inrrespaldado (¿cuál es el precio del dinero santo diós?) utilizan agosto porque es mucho mas fácil alterar los precios del mercado.
Pues cómo sino se forman los precios en agosto, amen de con los inestimables (también invalorables, mira tú) consejos de las agencias de ‘ratings’, con el fácil expediente de ‘sacudir’ un poco los precios, moverlos de banda, alterar sus resultados relativos, y sacar de ello la correspondiente ganancia. ¿Pues que no?. ¿Y a qué se deben entonces las grandes oscilaciones diarias?. Verdad que los que mueven 10 en 1.000 a poco pueden aspirar, pero mucho mas si mueven 10 de 500, y aun mas si lo hace con 10 en un mercado de 100?. ¡Agosto es en suma un mes extraordinario para marcar las tendencias financieras de la próxima campaña!; ¿inflación?; ¿cúanto me prestas?; ¿qué es lo que ganas?.
Al fin y al cabo es la misma tecnología que aplican los ‘muy ricos y bien posicionados’ para poner los precios y los mercados de la deuda patas arriba todo el año. Intervienen, mira a ver tu, en un mercado muy pequeñito, que se llama de los CDS’s, mira tu, como ese partido pequeñito de centro democrático, para tomarlo por asalto y desde alli con estos fondos mas bien escasos, promover tendencias en el grueso del mercado financiero y en los presupuestos generales de los estados.
¿Conoce alguien un mayor rendimiento financiero que el que este verano ha conseguido una pequeña inversión en ese mercado secundario de los CDS’s, que fue capaz de producir una cuantiosísima inversión del Banco Central Europeo en bonos españoles e italianos?. Pequeñas inversiones astutas para ganar mas ahora, después, siempre, aun comprometiendo la solidez de los Estados y de los propios mercados.

viernes, 19 de agosto de 2011

El término nación es un comodín

Nación, nacional, es el embeleco de la lengua que nos instruye a la gente del común sobre nuestro origen étnico, y/o sobre nuestra religión, y/o sobre nuestra lengua y cultura, y/o sobre nuestras leyes y, en todo caso, sobre cómo estas realidades abarcan un lugar sobre la tierra. Todos estos criterios pueden servir de asiento para un término que define nuestra identidad en relación con dónde hemos nacido: nacional, nacido en... yo soy de los dominios de la religión católica, o de los de la raza vasca, o de los de la cultura catalana, gallega, castellana, vasca..., o de los que compartimos leyes propias.

Se decía... ¡la nación católica!, y así era España; pues ese era el rasgo más definitorio de la “nación española”: éramos españoles los que vivíamos bajo el yugo de la Santa Inquisición, única institución común a todas las tierras de España hasta la Constitución de Cádiz de 1812.

Religión, raza, lengua... ¡qué origen tan dispar para anclar sentimientos nacionales de identidad!. ¡Qué submundos fronterizos han debido dirimir nuestros ancestros, cuántas áreas por delimitar!. E imaginaron naciones puras: ¡vaya fatuosidad!.

En nuestros tiempos también se están creando naciones, pero ahora con su base en otro origen mas: que son las leyes, los derechos y obligaciones iguales: los europeos y su constitución: nací europeo, sujeto de sus derechos y obligaciones subjetivos; o norteamericano, o australiano, o neozelandés.

Nación norteamericana: ¡estado de mil naciones!, pero donde todos gozan y sufren las mismas leyes!; Islam: nación de los que siguen a Mahoma, nación religiosa con miríada de Estados bajo su égida; Judía: nación de la sangre judía, de la religión judía, de la lengua y cultura judía; nación alemana, croata, eslava, árabe, celtibérica... España: estado de reinos, crisol antiguo de mil naciones por una austera doctrina religiosa especialmente troquelada.

No creo productivo pelearse políticamente por el significado del término ‘nación’, pues sin duda es un comodín que dice muchas cosas; y un@s y otr@s somos nación por lo uno, por lo otro y por lo de más allá.

Convengamos, si así os parece, que españoles somos los que compartimos la Constitución Española. Y luego cada cual que lo reafirme, si quiere, añadiéndole valores de raza o de religión o de cultura, o lo matice, si considera conveniente advertir que es español en cuanto que comparte un cuerpo de leyes, pero euskaldún, catalán, isleño o andaluz si quiere referir su cultura o su RH.